martes, 21 de mayo de 2013


¿Realidad o realidades?

 “La curiosidad es, junto con la consciencia del inacabamiento, el motor esencial del conocimiento. Si no fuera por la curiosidad no conoceríamos. La curiosidad nos empuja, nos motiva, nos lleva a develar la realidad a través de la acción”
Paulo Freire

Desde siempre el hombre se ha interesado por el conocimiento. Grandes pensadores han tratado esta cuestión a lo largo de la historia.
Aristóteles decía que el fin del hombre es conocer, que el hombre nace para conocer, ama conocer.
Hoy en día este amor por el conocimiento pareciera ser la base de todas las ciencias.
En particular, desde la psicología general se sabe que un hombre adulto en su intento por conocer el mundo fue descubriendo también sus limitaciones. En primer lugar, las biológicas. Ya en los principios filósofos como Platón y Descartes dudaban de la legitimidad que los sentidos podrían otorgarle a nuestro conocimiento. Hoy sabemos, a través de comprobaciones científicas, que esto es así  no solo desde las ciencias naturales, sino también desde las ciencias sociales que han demostrado las limitaciones psico- sociales de las personas: las cuestiones afectivo-motivacionales, los niveles lógicos ( capacidades, creencias, valores, experiencias, identidad, entorno, comportamiento), la edad, el género, etnia, nivel socio económico y el contexto social y cultural en el cual se encuentran.
De esto deriva que todos percibimos la realidad de manera diversa y por lo tanto la conocemos de diferente modo. Esto significa que no existe una sola realidad, sino tantas realidades como “ojos observadores” de ella; existen tantas realidades como seres cognoscentes de las mismas.
En nuestro presente, en nuestro aquí y ahora, vivimos en un mundo azaroso, sujeto a las probabilidades, a la incertidumbre, a la desorganización y el caos. No saber qué es la realidad nos produce inestabilidad, inseguridad, miedo. Es por ello que los sujetos buscamos un constante consenso en los contextos en los cuales nos desenvolvemos para instalarnos en la seguridad, en la organización, en el equilibrio. Esto no es tarea fácil, ya que debemos abrir nuestro mundo a otros nuevos, lo cual implica tocar nuestro ego, nuestra identidad, aspectos muy propios de nuestra personalidad.
“Cuestionar una creencia desestabiliza todas aquellas que se derivan de ella o que están relacionadas de una u otra manera con ella”. Esta es la razón por la que somos tan reacios a modificarlas, perdiendo la oportunidad de apertura y cambio de conocimiento, de tomar conciencia de la acción y reconstruir nuestra realidad.
Sin embargo, todas las realidades encuentran denominadores comunes, buscan cierto consenso para salir del caos, para salir de paradigmas individuales y pasar a paradigmas consensuados y aceptados por todos como metodología para conocer la realidad.
Podríamos decir entonces que por fuera funcionamos tal como lo hacemos por dentro. Buscamos el  mismo consenso que busca nuestro “yo” en nuestra psiquis entre las pulsiones opuestas del “ello” y el “super yo” que luchan por predominar y salir a la luz.
Es que en verdad, no existe una realidad fuera de nosotros por conocer, sino una representación interna que manifestamos de manera dialéctica en nuestro “mundo exterior” a través del lenguaje y de nuestras interacciones con sujetos y objetos.
Todo lo que existe es lo que somos.
Ya lo había dicho Descartes: “Pienso, luego existo”.

Natalia J. Porcel


domingo, 19 de mayo de 2013


¿Qué es la vida si no es tiempo?
Las hojas cayendo en otoño y floreciendo en primavera,
La caricia del viento en el invierno…
¿Qué es la vida si no es tiempo?
El sol que aparece como el alba
Y se regocija en el atardecer, con el ocaso cayendo…
¿Qué es la vida si no es tiempo?
Es respirar y sentir el aire,
Es caminar y llegar lejos…

Natalia J. Porcel (Derechos reservados)