viernes, 10 de octubre de 2014

Cristales

Cada día Rosa juntaba los cristales y armaba su corazón. Se levantaba, iba a trabajar, comía, se bañaba y se iba a dormir; un día en pos de otro, siempre pegando sus pedazos para continuar.
Una mañana de septiembre sin darse cuenta  dejó uno de los cristales bajo la cama. Desde entonces, intentaba reparar su corazón con diferentes trozos pero nada encajaba allí. Y era tanta la desarmonía que todos esos pedacitos no resistieron y volvieron a caerse justamente en la alfombra de su habitación, muy cerca de ese trozo que parecía perdido y olvidado pero que era necesario para vivir.
Todo había caído en un gran abismo y recoger cada parte suya le ocasionaba un inmenso dolor; los cristales cortaban su piel, penetraban en lo más profundo y sangraban, como heridas que no pueden cerrarse. Así y todo jamás dejó de intentarlo y un buen día no solo logró unirlos, sino también fundirlos cuando un fuego nuevo lo fortaleció y le devolvió los latidos elevándolo  tan alto que ya no podía caerse.
Ese día Rosa empezó a vivir…

Natalia Porcel 


Publicado en la revista literaria "Los omniscientes": 
http://www.joomag.com/magazine/los-omniscientes-ndeg4-octubre-2014/0484739001412383514?short#.VDPU2_NBsTk.facebook