Ha devenido en penumbras y
Un gravito sudor emanaba de su piel
El cansancio ya
ahogaba sus penas
Y la fortaleza rugía en su sed.
Sus ojos no podían ver el mundo,
Sus manos acariciaban el inevitable dolor,
Su magia fluía sin rumbo,
Sus labios gritaban amor.
El desesperado cantar de un jilguero herido
Luchó en su pecho hasta el final
Jamás pudo decirme adiós,
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