lunes, 14 de enero de 2013


La intrusa
En la cochera de mi casa vivía la intrusa. Ella había aparecido hace algún tiempo del cual no tengo cuenta y por motivos que desconozco.
Al principio su presencia no era notoria hasta hace dos semanas atrás, cuando desperté en la noche con un fuerte dolor abdominal que hacia crujir mis tripas, y encontré la alacena vacía.
Mi madre había sido muy cordial con esa “rata”, pero ella ya estaba abusándose.
Los siguientes días posteriores a este episodio mi ira iba creciendo con el ruido de sus sigilosos pasos y con cada desempaque por la madrugada.
Soporte esto varios días hasta que ya no pude más y, “montada en cólera” pero por sobre todo ciega de hambre, coloque insidiosamente veneno en sus galletitas preferidas.
Con el paso del tiempo ella iba empeorando hasta que una noche ya no apareció más.
Por la mañana la policía retiro el cuerpo de mi prima ya sin vida, mientras yo acongojadisima, disfrutaba de los últimos bocados que había dejado en honor a ella, por supuesto.

Natalia J. Porcel

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